Lo que iba a ser un duelo entre Raikkonen y Alonso, con permiso del vigente campeón M.Schumacher, se convirtió en el espectáculo más dantesco de la televisión en lo que va de año…
Fue el desenlace tétrico a un fin de semana que había comenzado con un grave accidente y retirada de Ralf Schumacher (Toyota), siguió con la irresponsabilidad de Michelín, al no traer a Indianápolis unas ruedas apropiadas para el trazado y acabó como el rosario de la aurora, con los pilotos abandonando como delincuentes el circuito para salvaguardar su integridad ante un público furibundo por la estafa.
El Gran Premio de Estados Unidos quedó convertido en una charlotada, por poner un calificativo suave a lo que se vio en Indianápolis, uno de los templos históricos del automovilismo mundial. Los siete equipos equipados con neumáticos Michelin, entre ellos el de Fernando Alonso (Renault), decidieron no tomar la salida en la carrera y tras acudir a su hora a la formación de la parrilla de salida (al menos cuarto de hora antes del inicio), decidieron retirarse por el carril de ‘boxes’, en una estrafalaria espantada, antes incluso de apostarse en sus marcas para el inicio de la prueba.
A primera hora de la mañana, Michelin emitió un comunicado oficial en el que afirmaba que no garantizaba la seguridad de sus ruedas para la distancia total de la carrera y solicitaba a la FIA el poder sustituir estos neumáticos por los que habían llegado desde Francia (uno de los tipos que se utilizó en Barcelona este año) para ofrecer garantías plenas a sus equipos, siete en total, entre ellos Renault y McLaren, los dos grandes contendientes en el Mundial 2005. Michelin proponía otra alternativa, como era la instalación de una ‘chicane’ artificial en la zona conflictiva, entre las curvas 12 y 13 del trazado de Indianápolis, es decir, el punto de la última curva del óvalo anterior a la recta de meta, donde el viernes Ralf Schumacher estampó su Toyota a 300 km/h.
La FIA contestó de inmediato con otro comunicado en el que decía que el cambio de neumáticos suponía una grave ruptura del reglamento deportivo de la Fórmula 1 y que los equipos que lo hicieran sufrirían una durísima penalización. Asimismo, se descartaba inicialmente la instalación de la ‘chicane’ pues supondría un perjuicio grave para los equipos que sí tenían sus neumáticos en orden y sin ningún problema, como eran los Ferrari, Jordan y Minardi, equipados por Bridgestone. La FIA proponía a los equipos que "ya que Michelin parece garantizar la durabilidad de las ruedas 10 vueltas", se podría dejar entrar a los equipos a cambiar su rueda trasera izquierda (la que más sufre en la curva) cada ese periodo, pero sin poder repostar en cada parada que hiciesen en los boxes.
Tras esa contestación, el Gran Premio de Estados Unidos quedó herido de muerte y exhalando sus últimas bocanadas. La femoral del Campeonato del Mundo también presentaba un boquete considerable. Cualquier solución posible sería mala. El cambio de ruedas no sería aceptado por la FIA, el reemplazo de ruedas cada 10 vueltas no sería aceptado por Michelin y la ‘chicane’ no sería aceptada por Ferrari. El lío mayúsculo dio lugar al fiasco mayúsculo.
Los equipos y los pilotos fueron convocados a sucesivas reuniones en las que se escuchó a todo el mundo. Eran las 11:00 de la mañana y parecía llegarse a un principio de acuerdo cuando nueve de los 10 equipos, todos salvo Ferrari aceptaban la instalación de una ‘chicane’ para pasar despacio por la dichosa curva. Eso sí, se daba por hecho que la prueba no contaría para el Mundial. Esa fue la teoría que mantuvieron Renault y Flavio Briatore hasta las últimas consecuencias, que acabaron en la ya sabida espantada antes de tomar la salida.
La FIA aceptaba, en un principio, la patética solución, en aras de la seguridad y sobre todo, de la no suspensión de la prueba, cuando 150.000 espectadores estaban ya sentados en las fastuosas gradas del coliseo oval. Pero Ferrari se negó, defendió a ultranza su derecho a acogerse al reglamento vigente y decidió tomar la salida, estuviesen o no el resto de equipos en la parrilla a la una de la tarde. Así ocurrió al final, aunque le acompañaron Jordan y Minardi para completar una mascarada histórica.
Apoyo público y televisiones
El público, que no supo nada hasta que vio pasmado la ‘retirada’ fue el gran perjudicado. Poco después de iniciarse la mermada carrera, empezaron a arrojar botellas de plástico a la pista y mostraban a las cámaras carteles pidiendo que les devolviesen el dinero. Muy lógico esto último, no lo de los peligrosos lanzamientos. El grueso de los espectadores abandonó el recinto antes de acabar la pantomima. Las televisiones fueron otra de las partes claramente agraviadas. Tele 5 suspendió su transmisión muchas vueltas antes del final y realizó conexiones dentro de su informativo nocturno, al considerar la falta de interés de lo que sucedía en la pista y las pérdidas millonarias en audiencia que eso les estaba acarreando. No se descartan tampoco acciones legales por parte de las cadenas, que desembolsan millonarias cifras no sólo por ofrecer las carreras en directo, sino por muchos otros conceptos relacionados con esta competición.
Schumacher saca tajada de la farsa
Michael Schumacher resultó finalmente como el gran beneficiado de la pantomima. El piloto alemán se reencontró con la victoria tras más de ocho meses, ya que su último triunfo databa del 10 de octubre del pasado año en el Gran Premio de Japón. Desde entonces había participado en nueve carreras, en las que ‘únicamente’ había conseguido alcanzar dos veces el podio. Los dos segundos puestos de esta temporada en Monza y Canadá le habían dejado en una posición complicada de cara a revalidar el título mundial, algo que ahora parece mucho más cerca.
El Mundial ha dejado de ser una quimera para el heptacampeón mundial, que llegaba a la gira americana de la Fórmula 1 con sólo 16 puntos, a 43 del líder Fernando Alonso, y que sale con 18 puntos más tras los grandes premios de Canadá y Estados Unidos. Teniendo en cuenta que en Canadá se retiró Alonso y que ayer no participó por el grave problema que acechaba a los equipos que calzan Michelin, el hecho es que el alemán se vuelve a meter de lleno en la pelea por el Mundial tras recortar 18 puntos y quedarse a 25 del piloto español. Pasa, además, de la quinta a la tercera plaza y se queda a únicamente tres puntos de Raikkonen, que ayer tampoco corrió, y que sigue a 22 puntos de Fernando.